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Otra sensual y estúpida teoría
eso que ves ahí es el 43 pasando
eso que salta es el gran charco de barro
salpicando la mañana, esto es un dedo
que ahora dice esto es un dedo que ahora intenta
señalar la mañana, la franja en que algo cede,
la terminación de sombra que después dice perro
o dice yo o dice esta es la calle, la ancha planicie
donde estallan los vidrios, el roto cristal
de la palabra dios. nadie habla de dios.
esto es la ventana abriéndose a la calle por donde
la vecina, el balde para el perro, un portón oxidado,
el 43 mordiendo la esquina gris, el paraíso
chorrea sus amarillas bolas, el paraíso
entre la nube de polvo que trajo el 43, el cordón
amarillo de pequeños paraísos, el cordón que la
vecina sigue y barre, la estela amarilla que el barrido
formula, los mapas amarillos que la vecina junta.
eso de más allá es Rubén apagando las luces
del jardín, tirando una manguera, haciendo girar
una llave, esto es el ruido lejano que hace la mano
de Rubén al girar el metal del grifo, el caos de agua
cayendo contra un blando pasto reverdecido,
las zapatillas de Rubén, las zapatillas que chapotean en el
reciente leve charco que brota del grifo
que la mano, que Rubén, que los pasos de Rubén.
esto era la mañana, pronto va
a no ser más la mañana, la franja que ahora cede
a un vapor más denso y oscuro
un breve brote de luz que ahora imanta y choca contra
el oxidado portón de la vecina, contra el pasto de Rubén,
contra la ventana entornada, la sucia ventanilla del 43
volviendo, el perro que ladra, el tirado animal en la esquina
que la luz muerde, la calcinada tarde que muerde en el roto
cristal de la palabra dios. nadie habla de dios.
esto es una ventana que dice esto es una ventana
donde estaba mi dedo, esto de acá es mi dedo
que ahora dice materia, que intenta señalar la materia,
el estado actual de la materia como quien dice el estado actual del amarillo, el estado huevo amarillento de la carne,
o el estado mercurio amarillento de los frutos, un
óxido ahora es fundido a la rama del paraíso,
un quebradizo golpe de vidrios contra el cordón, esto es
el estado actual de la materia como quien dice el estado actual de la poesía como si hubiera materia y estado y poesía: la franja en que la forma cede, el agua que estrangula el vaso, el poema labio hojas de paraíso, el poema orín chorreante alrededor de los cordones, después
el poema esfera verde amarilla vertida de los paraísos, el estado del poema fuera de estado, el poema alrededor de lo que se dice y no adentro, el adentro expulsado de la poesía, el poema expulsado de la poesía y su alrededor, el perro expulsado –gracias a dios- del paraíso.
esto: el oscuro canal aritmético donde se mezclan los materiales, las idiotas teorías sobre el poema –nadie habla de dios-, las idiotas fórmulas sobre el amor y sus materiales. esta es otra teoría sobre el estado actual del amor y el poema.
estúpida y sensual teoría tratando de estúpida a otra teoría
–la sensitiva del amor?.
eso que ves ahí es el perro diciendo yo, es la esquina
mordiendo un bulto de luz, la precisa zapatilla de Rubén
que chapotea contra el agua sucia del gran charco.
esto cayendo sobre vos es
la sucia agua del charco, es el 43 pasando
como otra teoría sobre dios: como otra sensual y estúpida
teoría sobre nosotros, otra sensitiva y estúpida y material teoría sobre lo que hay y no hay.
esto es un amplio cielo inexistente expulsado de los paraísos
donde pasan los perros si nadie
–ya nadie- habla de dios.
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El 43 pasando, el charco de barro, el balde para el perro, las pelotitas del paraíso, Rubén y sus zapatillas, por un lado, y por el otro el trabajo de la mente ("pasando como otra teoría sobre dios: como otra sensual y estúpida teoría sobre nosotros, otra sensitiva y estúpida..."). La visión y el pensamiento entreverados, casi indiscernibles, sin dejar de ser visión y pensamiento pero sin que nada los diferencie, como si fueran una única materia en la corriente sin principio ni fin de la escritura (aunque hay un principio y un fin en lo visible, o legible). O, más bien, lo que hay es escritura, mente arrojada a jugar oraciones, como quien tira los dados a ver qué se arma, que toma o le vienen del pensamiento o la visión o vaya uno a saber qué fuente, para que, en los descubrimientos que ahí uno pueda hacer -en las repeticiones, las recurrencias, el montaje, el peloteo de realidades-, el alma lectora pueda lanzarse a ejercer sus mejores posibilidades, las más gratificantes y las más exigentes. Ese desquiciado aleph donde "lo que es" se pone a prueba, se permite descansar de la seguridad de ser o no ser. "OTRA SENSUAL Y ESTÚPIDA TEORÍA", un muy pantojano poema de Gabriel Pantoja.