César Bandin Ron
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En el abrazador encanto
Cante la voz del cuerpo más glorioso. Levanta
tu alma a la vida. Ascendamos y sobrevolemos
las altas montañas. Abre, naturaleza, nuestros labios
y haz que hablemos desde el corazón más puro.
Este agua cristalina que baja rápida y rumorosa
por la ladera en flor, y que recojo con mis manos
y me echo en la cara, me deja sin palabras,
me colma de palabras. Ya el sol ardiente vive
en nosotros: ¡Coronados de gloria vivamos!
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* Nota del autor
Siempre hice varias cosas a la vez, y dentro de cada disciplina que abordé investigué diversos caminos. Los resultados obtenidos, el valor de la obra realizada, ya son cuestiones que no me corresponde evaluar a mí. Sí puedo decir que he tenido la suerte —y de esto me siento orgulloso— de haber contado con buenos maestros y de haber adquirido experiencia al vivir siempre de actividades vinculadas a esos oficios que iba asimilando. Sólo confío en lo que se construye en base a trabajo y a honestidad. Creo en el oficio, la experiencia de vida, el respeto por los Maestros del pasado, y en sostener la ilusión a lo largo de los años. “La emoción como recurso técnico”, suelo decir. Aunque suene contradictorio: cuanto más “experimental” sea la obra más rigurosamente formal se debe ser.
Aquí presento una breve selección de poemas pertenecientes a dos libros inéditos. Por un lado Azucena mística, en el que continúo en la línea de mis últimos dos libros, y en el que llevo cierto candor y lirismo a niveles por momentos casi paródicos (confieso que esto lo digo un poco para justificarme, pero en realidad estos poemas me representan minuciosamente), y por otro, Dramagramas, un conjunto de poemas visuales que, en últimas instancia, también podrían emparentarse con estos dos términos con los que me gustaría que me relacionen: candor y lirismo. En poesía, además, me seduce “el canto”, aunque hoy sea algo demodé.
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"Sólo confío en lo que se construye en base a trabajo y a honestidad. Creo en el oficio, la experiencia de vida, el respeto por los Maestros del pasado, y en sostener la ilusión a lo largo de los años. 'La emoción como recurso técnico', suelo decir. Aunque suene contradictorio: cuanto más 'experimental' sea la obra más rigurosamente formal se debe ser." Suscribo, palabra por palabra y así como está dicho, todo lo que en ese fragmento dice César Bandin Ron, y recomiendo muy especialmente leer el texto completo, que no sé por qué motivo no había leído hasta ahora, de la "Nota del autor" que cierra esta compilación de poemas y poemas visuales publicada en Op.cit. Y también leer, por supuesto, los poemas, visuales (que retoman una herencia del surrealismo y le dan nueva vigencia) y "no visuales", tan discretos, serenos, meditados y atentos como supo ser la poesía de Bandin en sus últimos años. A este material lo encontré hoy gracias a un post en el que Valeria Cervero cuenta eso que cuesta creer: se murió Bandin. Tipo querible, tan especialmente querible y con el que siempre hubo onda a pesar de que nos veíamos muy poco. No tenía barba ni estaba gordo cuando lo conocí, y, por el contrario, tenía el look de algo así como un joven ejecutivo de la cultura, animoso y lleno de ideas. No sé cómo fue que en algún momento dio un vuelco tan grande su vida: fui, de a poco y de lejos, viendo el cambio en el aspecto y la actitud, junto con la entrada en otro modo de hacer poesía, aparentemente más "convencional", tan bueno, aunque tan distinto, lo que hizo en una etapa como en la otra. Y ahora que se murió vuelvo a tomar nota de hasta qué punto cuestiones como el "perfil bajo" pueden impedirle a uno valorar una obra por lo que esa obra tiene para dar. O, más bien, tomar conciencia de hasta qué punto uno ya la estaba valorando pero la falta de brillo o de estrépito lo llevaba a uno a poner la atención en otro lado.