Rodolfo Häsler
(Ciclo del agua y del fuego)
El infinito contiene todas las posibilidades,
todas las promesas,
y si en el agua te sumerges no saldrás sin disolverte en parte
en una muerte simbólica.
El movimiento nunca se detiene y cada ola te colma
de energía,
incansablemente, en su eterno fallecer. Ese es mi bautismo.
El espíritu del génesis se eleva a partir de lo tangible
y no concibes la vida sin alabanza ni regeneración.
El fuego se justifica en el ardor y en la entrega
más altruista,
lengua que me agota y en su arrogancia me vuelve a mentar.
Disuelve la envoltura para unir el alma con el cuerpo
que es salamandra incombustible en su trance espiritual.
El fuego se asienta en el lugar de la definición,
el estado más sutil. Su origen es terrestre y su destino
es celestial,
y en la cúspide te nutre de sorprendente naturaleza.
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"El fuego se asienta en el lugar de la definición,/ el estado más sutil. Su origen es terrestre y su destino/ es celestial,/ y en la cúspide te nutre de sorprendente naturaleza." ¿A qué fuego se refiere el poema cuando dice "el fuego"? ¿Qué sería nutrirse de sorprendente naturaleza? Ahí lo tenés escrito para que te pongas a pensarlo. No, creo, a sacar conclusiones, sino a permitirte que el pensamiento y la imaginación trabajen, jueguen, se muevan, haciéndose cargo de las estrictas palabras y atisbando en ellas. Ahora, que Rodolfo Häsler está en Buenos Aires, volví a sus poemas y al desafío que propone esa poesía, asentada tal vez ante todo en la exigencia. Una sensibilidad austera, un lujo que, sin renunciar al esplendor, no quiere ostentarse, un señorío discreto. Para que, al transitar, frase por frase y palabra por palabra, el poema, algo se vislumbre y quizá en eso algo uno reconozca: "El espíritu del génesis se eleva a partir de lo tangible/ y no concibes la vida sin alabanza ni regeneración."