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Juan Gelman

 

Glorias

 

¿Era rubia la pulpera de Santa Lucía? ¿tenía los
ojos celestes?
¿y cantaba como una calandria la pulpera?
¿reflejaban sus ojos la gloria del día?
¿era ella la gloria del día inmensa luz?

son preguntas inútiles para este invierno
no se las puede echar al fuego para que ardan
no sirven para calentarse en el país
no sirven para calentar al país helado de sangre.

por una sábana de luz iría la pulpera santa de
voz
graciosamente moviendo sus alrededores sus
invitaciones
y el olor de sus pechos y la penumbra de sus
pechos
hacían bajar el sol sobre la pampa bajaban
a la noche como un telón.

¿quién no se iba a perder en esa noche? ¿quién
no se iba a encontrar allí mesmo pasando
su furia por la suavidad que la pulpera fundó?
horas se podría estar contando esta historia y
otras parejamente tristes
sin calentar un solo gramo del país sin
calentarle ningún pie

¿acaso no está corriendo la sangre de los 16
fusilados en Trelew?
por las calles de Trelew y demás calles del país
¿no está corriendo la sangre?
¿hay algún sitio del país donde esa sangre no está
corriendo ahora?

¿no están las sábanas pegajosas de sangre
amantes?
¿y llena de sangre la pulpera y sus ojos celestes?
¿ahogados en sangre?
¿y la calandria hundida en sangre y la gloria del
día
con las alas empapadas de sangre sin poder
volar?
¿no hay sangre en la penumbra de tus pechos
amada?

¿y dónde no la hay esa sangre caída de los 16
fusilados en Trelew?
¿y no habría que ir a buscarla?
¿y no se la habría de oír en lo que está diciendo
o cantando?
¿no está esa sangre acaso diciendo o cantando?

¿y quién la va a velar? ¿quién hará el duelo de
esa sangre?
¿quién le retira amor? ¿quién le da olvido?
¿no está ella como astro brillando amurada a la
noche?
¿no suelta acaso resplandores de ejército mudo
bajo la noche del país?

con sangre verdaderamente están regando el país
ahora
oh amores 16 que todavía volarán aromando
la justicia por fin conseguida el trabajo furioso
de la felicidad
oh sangre así caída condúcenos al triunfo

como calandria de sus pechos caía y
como sangre para apagar la muerte y
como sangre para apagar la noche y
como sol como día.

​

Lo que a pesar de todo no es posible borrar. Lo que desde el fondo, como el peso de lo real, regresa, a mantenernos despiertos. Lo que, imborrable, tiñe el presente con otra luz. Preguntas que retumban. Delirio lúcido que viene a remover todo. 

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