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Jonio González

 

El argumento

 

Cómo explicarle al limón
que arranca la mano del anciano
que será envuelto en papel
hundido en arena
y al cabo de meses convertido en líquido
que raerán su piel
y que lo que quede de la carne
será mordido
tragado
y el resto acabará en un pozo
donde arderá mientras la higuera
sigue dando frutos
que los pájaros celebrarán
tras la tormenta.

........

El pan del sábado

​

¿es solo lo que dices?
—preferiría no decir nada
¿es eso lo que piensas?
—preferiría no pensar nada
¿y lo que ves?
—preferiría no verlo
pero lo ves
—lo veo
¿has rezado?
—he olvidado cómo se reza
ellos no
—su dios habla claro
llaman a la puerta
—no abras
entrarán de todos modos

​

Lucidez, una lucidez despiadada. En el sentido de estar dispuesto a hacerse cargo, de evitar que el engaño o la ilusión tranquilizadora nos aplaque. Ojos abiertos no para regodearse con el mal o la fatalidad sino para asumir lo que ocurre, las cosas como son, tal como ocurre, sin pedirnos permiso. El mundo es el mundo y nosotros somos nosotros, no dioses y por lo tanto puestos en situación de reconocer que ahí, en lo que son las cosas, respondiendo a sus propias leyes, tenemos que movernos. ¿Resignación? No: sabiduría. Hay, en el fondo, una profunda piedad y una implícita ternura, hacia las cosas del mundo y hacia nosotros, todos condenados a la precariedad de la existencia, y aprecio muy especialmente el modo en que la austera y serena escritura de Jonio González, sin subrayar ni enfatizar nada, va desplegando casi objetivamente, de un modo cercano a lo conversacional, el hilo de pensamiento que, paso a paso, lleva a completar el intento de encontrarse con la cuestión a la que nos arroja, como un regalo respetuoso, confiado en que agradeceremos esa posibilidad de también hacernos cargo, ser más despiertos, sensibles y responsables.

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