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Fina García Morrúz

 

Los extraños retratos

 

Ahora que estamos solos,
infancia mía,
hablemos,

olvidando un momento
los extraños retratos
que nos hicieron.

Hablemos de lo que tú y yo,
por no tener ya nada, 
sabemos.

Que esta solitaria noche mía
no ha tenido la gracia
del comienzo,

y entré en la danza oscura de mi estirpe
como un joven tristísimo
en un lienzo.

Mi imagen sucesiva no me habita
sino como un oscuro
remordimiento,

sin poder distinguir siquiera
qué de mi pan o de mi vino
invento.

En el oscuro cuarto en que levanto
la mano con un gesto
polvoriento,

donde no puedo entrar, allí me miras
con tu traje y tu terco
fundamento,

y no sé si me llamas o qué quieres
en este mutuo, extraño
desencuentro.

Y a veces me parece que me pides
para que yo te saque
del silencio,

me buscas en los árboles de oro
y en el perdido parque
del recuerdo,

y a veces me parece que te busco
a tu tranquila fuerza
y tu sombrero,

para que tú me enseñes el camino
de mi perdido nombre
verdadero.

De tu estrella distante, aparecida,
no quiero más la luz tan triste
sino el Cuerpo.

Ahonda en mí. Encuéntrame.
Y que tu pan sea el día
nuestro.

​

Hay que detenerse, me parece, para leer este poema (y otros) de Fina García Marruz. No pedirle nada, no esperar nada, sino detenerse y atender a lo que tranquila, casi calladamente, va diciendo, con palabras que no brillan ni resuenan porque son como amorosos pasos en el camino de dar cuenta de algo que no es nada fácil transmitir. No porque no sea sencillo sino porque pocas cosas hay más difíciles que la sencillez en casos como este, si sencillez no se entiende como sinónimo de simpleza sino como despojamiento, humildad, poner toda la importancia no en la persona que escribe o en la exhibición de las virtudes de su escritura sino en lo que tiene de sagrado "eso" que se quiere que el poema transmita, no para "decirlo" sino para que "eso" palpite, vivo, en la escritura. Paradójico o no, es el camino a través del cual uno, el lector, va de a poco sorprendiéndose con la sabiduría a la que accede en el encuentro con cada tramo del poema.
Satisfacciones que da el taller: puedo apostar a que fue porque ayer leímos y comentamos un poema de FGM que a Sandra Turza se le ocurrió postear este otro poema de Fina y comentarlo con Malisa Irene Delfino Sanchez. Más aun porque, en una respuesta, Malisa copia este bellísimo, sagaz y exacto fragmento de Jorge Luis Arcos: "La poesía de Fina García Marruz parte de una dolorosa sensación de insuficiencia; quiere escribir con el silencio vivo el viejo oscuro son del Universo. Su poesía es trascendente, a la manera de Heidegger 'no en lo que permanece siempre huyendo, / sino entre lo que, huyendo, permanece'. De su obra, la filósofa española María Zambrano escribió: 'Fina García Marruz, recogida, envuelta en su propia alma, realiza esa hazaña que es escribir, sin romper el silencio, la quietud profunda del ser'." Cada palabra de Arcos merece ser considerada, como cada palabra de Fina. Esta, seguro, es una de las mayores satisfacciones que da el taller: que, de algún modo, el trabajo hecho durante la reunión se continúe en la cabeza de los talleristas, que ese trabajo exceda las dos horas que compartimos un día a la semana y nos mejore un poquito la vida.

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