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Vicente Muleiro

¿Cantaremos más fuerte en los asados
por arte de venganza? ¿nos
precipitaremos sobre el tiempo sin
saber que hay detrás del rompeolas?
¿será sólido el puente sobre el brazo
del río Paraná y en la otra orilla
el cosmos atado a una carroza palatina?
Acaso nos aguarden nuevas repeticiones:


la de un cielo vacío sobre calles
que no merecen lluvias,
la del pegaso de oro harto de los incrédulos,
prismáticos cansados de observar corazones incoloros,
el océano trabado en su vaivén.


¿Cómo tramitaremos tantas lápidas?
¿cómo recibiremos, mi viejo Apollinaire,
las frentes trepanadas en carpas de campaña?


¿saldremos a la pista
si suena y suena otra vez la milonga?


Sin dejar de ser poesía --es decir, palabra que importa por sí misma-- la poesía puede, a veces, ponernos en sintonía con la situación que nos interroga, nos desafía, nos sobrepasa. No necesariamente para dar respuesta: encontrarse con las palabras que de algún modo objetivan lo que uno no alcanza a decir, o ni siquiera sabía que quería decir. Ahí están, hablando por su cuenta, vivas. Eso que en "Preguntas de posguerra" pone a la vista Vicente Muleiro tiene algo que ver con dar un paso en busca de poder de veras pararse uno en el desorientado mundo que de veras nos toca. Pisar su suelo indeseado (28-Ago-2020, anota Muleiro al final). Ahí, en el horizonte, las preguntas palpitan. Son el horizonte.

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