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Alberto Cisnero

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traslado otras líneas. desde mi lengua particular materna. a ésta, casta a medias. quichuistas todos en las casas. bestias del mismo pelo. referencias  a tiempo y lugar: ayer murió envenenado el gato. económico su nombre. después le compondré un soneto, una tardía moción. los animales que sufren se parecen. reiterarse habrá que. intercalar agua coloreada con sangre. vamos a extrañarte, ezra. en un cónclave  mencionaron el gentilicio cultura.

atiné a ponerme el pulóver.

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Primero el anuncio de lo que se está haciendo: trasladar de una lengua, la materna, a otra, "casta a medias". Después, como si tuviera algo que ver con lo anterior (y lo tiene), un breve retorno de la memoria a una infancia ("en las casas") entre quichuistas ("bestias del mismo pelo", y que cada uno conjeture las connotaciones y la intencionalidad de la caracterización), para pasar, luego de una neutra información técnica destinada a presentar lo que sigue u oficiar de puente, a una cuestión circunstancial, la muerte del gato (lo que tiene que ver con los tramos precedentes habrá que imaginarlo), que lleva a varias breves cuestiones a través de una disquisición no muy clara pero llena de sugerencias y pequeñas sorpresas  y gracia. A "después le compondré un soneto" lo veo como una ironía del autor hacia los modos en que "los poetas", grupo al que él pertenece, creen resolver las cosas, o las aprovechan. Y, vinculado con eso, al final, lo que está en el final, acerca de los contrastes y hasta, posiblemente, la incompatibilidad, entre "la cultura" y la vida concreta, un tópico bastante frecuente en la poesía de Alberto Cisnero y una obsesión de Alberto Cisnero, de vocación desmitificadora.
Todo eso con bastante menos palabras que las que tiene este intento de descripción. La potencia de la escritura poética, tal como sabe producirla Cisnero desde hace rato y a su singularísima manera: tramos de prosa "directa" y con escasa resonancia que, al empalmarse, suscitan un "algo más" (la expresividad de lo que se omite decir), confundido con las vibraciones de lo interrumpido y lo que queda en suspenso. Y esa música decisiva que no parece serlo, ese compás, y esa entonación (me parece oír la voz del autor recitando, o hablando, que en estos casos es lo mismo). Y, ya inserto el texto en un libro, la aventura de disfrutar como eso que dentro del poema ocurre entre las frases o tramos se produce ahora entre un poema y otro. Es mucho mucho.

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