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Pierre Reverdy

 

Y allá

Alguien habla y yo estoy de pie

Voy a ir allá a la otra punta

Los árboles lloran

Porque a lo lejos otras cosas mueren

Ahora la cabeza se ha apoderado de todo

Pero todavía no te he comprendido

Sigo tus pasos sin saber quién soy

Hay que pasar por una puerta en la que nadie espera

Para un imposible reposo

Todo se aparta y nos vuelve la espalda

Un poco de vacío queda en torno

Y para revivir días pasados

Un alma desapegada se entretiene

Y arrastra todavía un cuerpo que se gasta

El último tiempo de un compás

Más tenaz y más desgarrador

Un dolor musical murmura

…..

Aquella ya vieja (¿?) concepción para la cual la imagen poética era todo, o la base al menos. La imagen entendida como "una pura creación de la mente”, según Pierre Reverdy. “No puede surgir”, decía, “de una comparación” (como la metáfora), “sino de una yuxtaposición de dos realidades más o menos distantes. Y cuanto más distante y auténtica la relación entre las dos realidades yuxtapuestas, más fuerte es la imagen –y mayor será su fuerza emocional y su realidad poética." El riesgo, que no siempre surrealistas y creacionistas pudieron superar, era caer en lo meramente artificioso, el jueguito vistoso, pero en no pocos poemas del propio Reverdy hay bastante más que eso: más que sorpresa, asombro o desconcierto, cada frase o cada encuentro de realidades, con lo que tiene de enigmático, es un disparador de la mente hacia algo no explícito pero palpitante, significativo: un decir más que lo que se dice, una potenciación de la imaginación lectora. “Enigmático” dije: ¿qué hay en la frase “sigo tus pasos sin saber quién soy”? ¿Y en “Un alma desapegada se entretiene/ Y arrastra todavía un cuerpo que se gasta”?

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