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Efraín Jara Idrovo

 

Tres designios en intensidades agudas

su pasión

su posición

(¿suposición?)

………mi posesión

su pasión

su presión

su precisión

………mi supresión

su pasión

su misión

sin remisión

………mi sumisión

.

Círculo fatal

del fuerte es la suerte

la suerte del fuerte

la muerte es la suerte

la muerte del fuerte

la muerte muerde

muerde la muerte

muerde la suerte

la suerte muerde

fuerte muerde la muerte

la muerte muerde la suerte

la muerte muerde fuerte

suerte es la muerte del fuerte

la suerte de la muerte del fuerte

la muerte es la suerte del fuerte

la muerte de la suerte del fuerte

la muerte muerde la suerte del fuerte

la muerte del fuerte muerde la suerte

suerte de la muerte

muerte de la suerte

¡coño!

y no hay etcétera

no hay etcétera

.

Desnudez más primor suman pureza

Lo mismo que la antorcha, estás desnuda:

perfección de la llama es tu belleza.

Desnudez, perfección, abastractas, hablan

no a los sentidos, a la inteligencia.

Desnudez más primor suman belleza:

auroral inocencia de las formas,

serenidad de las constelaciones,

glacial incandescencia del diamante…

En la alfombra, sentada, estás desnuda;

pliegas las piernas contra el pecho: entregas

al ojo tu esplendor, sin ofrendarte.

Ausente, me sonríes, como en sueños.

Desnuda eres irreal, de tan perfecta,

¡no veo el cuerpo, miro tu hermosura!

​

…..

​

Prácticamente nada sabemos por acá de la poesía de Efraín Jara Idrovo, y, como pasó tantas veces con lo que se escribe en otros países de la región, y volverá seguramente a pasar, lástima lo que nos perdemos. Ecuatoriano, de Jara Idrovo se valora la singular creatividad que supo desplegar en el trabajo con la materia verbal, el modo en que potenciaba sus capacidades a través del juego de significantes, en lo sonoro y en lo semántico. Y es cierto, pero detrás o adentro de esa destreza, sosteniéndola o sostenido por ella, hay un pensador, una inteligencia inquieta preguntándose por las razones del estar en el mundo, una sensibilidad existencial insomne en su búsqueda de lucidez que, con todas las diferencias que correspondan, me hace pensar en los barrocos: “Hago memoria. Caigo al fondo del olvido./ ¿Soy yo quien allí sueña que he de soñar todo esto?”

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