Ricardo Ruiz
no
dice
lo que es
.
debajo
de la sombra
de la lengua
talla una
y otra luz
en su hacer
.
veneno
& remedio
detiene
la deriva
del azar
.
de lo que es:
su odisea
.
un soplo
en el rostro
de la mañana
.
dice
lo que aún no es
.
+++
.
Y a la aurora, armados de una ardiente paciencia,
entraremos en las espléndidas ciudades."
Arthur Rimbaud
.
de la tierra
de nadie
bárbaros aún
no reunidos
construimos
las ciudades
villas capitales
de un imperio
que nunca fue
.
en sus pasillos
de oro y barro
entre sus ruinas
hermosas
sus cúpulas
.
esperamos
.
de los nuestros
pequeños dioses
electos
el favor
de los césares
que los gobiernan
.
no su idioma
hablamos
sus órdenes
su lengua tácita
nuestro decir
incomprensible
.
bárbaros
aún nos esperan
animales sin dios
en vuestro sacro reino
.
villanos
.
moros
y ladinos
oscuros
perros del alba
esperamos
morder del amo
la mano
que nos da de comer
sólo desgracias
.
en calles y plazas
bárbaros aún
esperamos
.
hasta decir no
…..
«Música del pensamiento» es la fórmula que se me ocurre para hablar de la poesía de Ricardo Ruiz. Comparándola, para acercarme a la cosa, con una canción, es como si lo escrito fuera la letra de una música que transcurre en la mente, con sus pausas, sus sucesiones de acordes, sus maneras de responder a un impulso que va haciéndose lugar en el tiempo, muy atento a lo que hay de sonoro en las palabras y en sus modos de disponerse, siempre en un tono tranquilo, cercano a lo coloquial. No menos atenta, a la vez, a la vocación pensadora de una mente también lanzada a ver si en lo que se dice algo se revela, como pasos en la niebla intentando, mientras desbrozan, pensarse a sí mismos tanto como a las cuestiones que los llevan a marchar. Enemiga de todo conformismo, tan aventurada como responsable, una escritura poética (en algo me recuerda a Girri, en algo a Lamborghini, en algo a Gelman) gracias a la cual la lectura es tanto un trabajo como un juego, una necesidad de concretar y un reconocimiento de que su destino es la incompletud, siempre en movimiento.
«La mano escribe gobernada por el misterio, un misterio material, hilando un tejido significante entrelazado tanto de palabras como de vacíos y silencios», dice Ruiz, entrevistado por la revista Gilgamesh. «La escritura es un ejercicio intensamente físico. Cuerpo que escribe y cuerpo escrito. Sobre esos escritos trabajo por despojamiento tratando de lograr la mayor condensación de sentido. El resultado son esos versos cortos, un decir quebrado y de respiración ceñida. Un ritmo y un tono que incluyen la voz y el silencio. Trabajo con cuidado sobre la visualidad en la página y los cortes de estrofas y versos. Una disposición que también pueda ser leída lúdicamente por el lector.»