Alberto Cisnero

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1-

 

Por todas partes crecen flores y matas.

desprovistas de un propósito aleve

requieren de la oscuridad, cobran forma

entre el olor a humareda del carbón

y las noticias viejas repetidas: violencia

policíaca, subsidios de desempleo (literario).

y se parecen tanto a la música que solían tocar

en los burdeles durante noches todavía

artificialmente iluminadas en algún recoveco

de nuestros cerebros. sólo otro ruido

distante y ajeno que el viento trae

y se lleva para siempre.

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Nunca es poco lo que uno sabe que va a encontrar cuando va a la poesía de Alberto Cisnero, pero suele pasar que, así y todo, se sorprenda. Por los tres poemas del nuevo libro que reproduce Otra Iglesia Es Imposible, acá hay un Cisnero más preciso y resuelto, para conformar algo así como un clima anímico en el que uno reconoce cierto actual estado de cosas, no solamente porque dice "subsidios de desempleo" o "violencia policíaca", sino por aquello del "correlato objetivo": es a través de los nombres de cosas y de las situaciones, de lo que los nombres y las situaciones connotan, que se conforma esa poderosa sensación de, ya que estamos con Eliot, tierra baldía, abandonada de la mano de Dios, y así y todo territorio a reconocer, porque todo desentrañar reaviva, saca del sopor, lo pone a uno frente a lo que le toca, aunque no sepa explicar qué es. No es solamente que algunas cosas llevan a otras más o menos análogas ("y se parecen tanto a la música que solían tocar en los burdeles") o lo que puede haber de metafórico en tal o cual mención, sino, y, sobre todo, que, por su sola y firme presencia cada cosa, "flores y matas", "olor a humareda de carbón", dice mucho más, o suscita mucho más. A través del reconocimiento en acto del valor de las palabras, el ínsito valor de lo que existe.