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Dylan Thomas

Este pan que parto


Este pan que parto fue avena alguna vez,
este vino en un árbol extranjero
se sumergió en su fruto;
hombre de día o viento de noche
frenaron los cultivos, partieron la alegría de la uva.
Alguna vez, en este vino la sangre del verano
golpeó la carne que embellecía el viñedo,
alguna vez, en este pan
la avena fue feliz al viento;
el hombre partió el sol, derribó el viento.
Esta carne que partes, esta sangre a la que dejas
forjar desolación en la vena,
fueron avena y uva
nacidas de la raíz sensual y de la savia;
mi vino que bebes, mi pan que muerdes.


.....
Ver en las cosas, sobre todo en las cosas elementales, comunes, que hacen nuestra vida, no sólo lo que las cosas son -pan, vino, carne- o lo que de ellas tenemos a la vista, sino una historia humana y, sobre todo, una historia natural. Un paso del tiempo, un trabajo, una elaboración. Su historia, que es también la nuestra. Lo que somos de mundo: todo es movimiento, materia, destrucción, reconformación, contacto. Vida. Esta es la versión de Silvia Camerotto, en el libro que publica Barnacle, pero, dado el hecho de que aparecieron a la vez dos libros con traducciones de Thomas, uno por Camerotto y otro por Yanina Audiso, Hablar de Poesía publica las dos, felizmente precedidas por un trabajito de Alejandro Crotto con impagables reflexiones sobre el arte de traducir y sobre la poesía de DT, tan compleja e irreductible en su manera de operar con las palabras para que las palabras importen, tanto por lo que "comunican" como por su propia poderosa y extraña persencia. "Puede surgir tal vez la pregunta: ¿cuál de los dos libros convienen comprar?", escribe Crotto. "La respuesta es sencilla: hay que comprar los dos, un poeta como Dylan Thomas merece que se multipliquen nuestras tentativas de seguir siempre descubriéndolo." Aunque, si me apuran, me quedo con la versión Camerotto, estoy de acuerdo. Hay una suerte de activa felicidad en el leer diferentes traducciones de los grandes poetas.

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