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Abu-L-Qasim Al-Manisi [et al]

 

Lluvia sobre el río


La mano de los vientos realiza finos trabajos de orfebre en el río, ondulado en mil arrugas.
Y siempre que ha terminado de forjar las mallas de una loriga, la lluvia viene a enlazarlas con sus clavillos.
Del sevillano Abu-L-Qasim Al-Manisi (Siglo XII)

La lectura


Mi pupila rescata lo que está preso en la página: lo blanco a lo blanco y lo negro a lo negro.
Ben Ammar de Silves, visir de Mutamid de Sevilla. (m. 1086)


La nuez

 

Es una envoltura formada por dos piezas tan unidas, que es lindo de ver: parecen los párpados cuando se cierran en el sueño.
Si la hiende un cuchillo, dirías que es una pupila a la que pone convexa el esfuerzo de mirar.
Y su interior podrías compararlo al de la oreja, por sus repliegues y escondrijos.
Abu Bakr Muhammad Ben Al-Qutiyya, cortesano de Mutadid de Sevilla.


Me maravillo de la ingratitud del arco, porque no es leal con las palomas del boscaje.
Cuando era rama fue su amigo y ahora que es arco las persigue.
¡Así son las vicisitudes de los tiempos!
Ahmed Ibn Waddah “al Buqayra”, Murcia (S. XII).

La estrella fugaz


Vio la estrella a un demonio espiar furtivamente a las puertas del cielo, y se lanzó contra él, encendiendo un camino de llama.
Parecía un jinete a quien la rapidez de la carrera desatara el turbante y que lo arrastrase entero tras de sí un velo que flota.
Ben Sara, de Santarén. (m. 1123)

"¡Qué bello el surtidor que apedrea el cielo con estrellas errantes, que saltan como ágiles acróbatas! De él se deslizan a borbotones sierpes de agua que corren hacia la taza como amedrentadas víboras"
Ben Raia de Sevilla (Siglo XIII)

El jardín me recuerda la belleza de las doncellas; su belleza brilla encadenando los ojos.
Sus florecientes rosas parecen mejillas; y los lánguidos narcisos, ojos que la miraran.
Los tallos de las maduras semillas parecen una espesa cabellera; el arroyo que lo atraviesa, la raya que parte el cabello.
Abu l-Hasan al-Warrad

Mira el campo sembrado, donde las mieses parecen,
al inclinarse ante el viento,
escuadrones de caballería que huyen derrotados,
sangrando por las heridas de las amapolas.
Al-Qadi Abu l-Fadl Iyad

 

Siete, ocho o más siglos antes de que emprendiera Francis Ponge su extraordinaria tentativa, ya, en la España árabe la escritura mostraba hasta qué punto de la atenta y/o amorosa descripción de "las cosas", así como se presentan ante los ojos, surge algo así como una revelación, una verdad nada sobrenatural ni extraordinaria pero sí más intensa, verdadera, viva. A través del hoy tan desestimado poder de la analogía, leer es un ejercicio que lleva a ver y sentir más y mejor todo.

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