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José Emilio Pacheco

 

"Yo" con mayúscula

 

En inglés "yo", es decir "I",
se escribe siempre con mayúscula 
En español la lleva pero invisible.

"Yo" por delante 
y las demás personas del verbo 
disminuidas siempre.

Por eso qué presunción decirle al mundo:
"Yo soy poeta."
Falso: "yo" no soy nada.

Soy el que canta el cuento de la tribu
y como "yo" hay muchísimos.

Ocupamos el puesto en el mercado
que dejó el saltimbanqui muerto.
Y pronto nos iremos y otros vendrán
con su "yo" por delante.

​

La apuesta de José Emilio Pacheco a una escritura "sencilla" y "directa" no es, como puede suponerse, una aceptación de que la poesía bien puede contentarse con transmitir en líneas cortadas lo que da lo mismo que se diga en prosa. Es cierto que, ante su coetáneo y compatriota Octavio Paz y ante la mayoría de las poéticas de la época, lo suyo aparece como una reacción, como harto de lo que podía haber de cháchara o de mera exhibición de recursos para impresionar a la gilada o a la crítica, no tanto en poetas como Paz como en epígonos o burócratas del oficio poético. O, simplemente, Pacheco se dio cuenta de que lo suyo, si de veras quería hacer algo que tuviera alguna consistencia, alguna razón de ser, debía pasar por otro lado. Lo que, de todos modos, aparece como "sencillo" y "directo", en este poema es el piso para a partir de ahí poner en marcha unas cuantas operaciones que no pueden ser consideradas más que como "poéticas", si por "poético" entendemos una lectura que no se agota en "lo que está dicho" (y que sigue elaborándose más allá del contacto inmediato) y una disposición de la materia verbal que, en lo que tiene de musical -medida del verso, acentuación, disposición de las estrofas- incide en el sentido. Aunque nada reverbera en el poema, ni produce una impresión profunda o un desconcierto como el que viene de lo misterioso, ni se da el resplandor de una revelación ni el desafío que a la mente lectora presentan ciertas complejas y/o inusitadas utilizaciones del lenguaje, es el trabajo que durante la lectura y después va haciendo la inteligencia del lector el que hace que todo signifique más, "diga" más, se interrogue a sí misma, se mueva, además, en casos como este, de ponerlo a uno ante ciertas verdades de las que más vale tomar nota: "Por eso qué presunción decirle al mundo:/ 'Yo soy poeta.'/ Falso: 'yo' no soy nada.// Soy el que canta el cuento de la tribu/ y como 'yo' hay muchísimos.// Ocupamos el puesto en el mercado/ que dejó el saltimbanqui muerto./ Y pronto nos iremos y otros vendrán/ con su 'yo' por delante."

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