Raúl Gustavo Aguirre
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El milagro
Porque si llega, cuando llegue,
ha de ser como es:
fácil, claro, sencillo,
sin grandes resplandores,
sin que la tierra tiemble,
sin que el cielo se nuble.
Será suave y fraterno
con su mano en tu hombro.
No habrá cambiado nada:
sólo tu corazón.
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Preciso, sencillo, pausado, puesto ahí como quien deja algo de lo suyo sobre la mesa, a la manera de una donación. Raúl Gustavo Aguirre era muy capaz de pequeños grandes milagros como este, que tituló precisamente "El milagro". ¿Qué va uno a decir después? Un estudioso de la poesía como Aguirre, un militante de la vanguardia, podía, porque esas mismas condiciones lo sustentaban, hacer de la escritura poética un humilde espacio para que el pensamiento (y la humildad, en casos como este, es un logro, una conquista) trace delicadamente su camino y se descubra a sí mismo, para que uno lo descubra, como quien se encuentra con algo de lo mejor de sí.