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Alejandro Crotto

 

¿Es este tu secreto, fuerza 
frágil? Dame, por tu bondad, 
el brillo, la obediencia 
donde el dolor es otra forma 
de tu nombre. Dame entrar 
al latido en tu carne 
donde tiembla diciéndose 
siempre la misma 
dulcísima 
palabra.

​

Por lo que mueve en mí: un movimiento o estremecimiento leve que esta breve sucesión de palabras produce en mí ("me produce en el alma", por decirlo así), y no tanto ni principalmente por lo que ahí "se dice" sino por cómo van ubicándose o posándose, una al lado de la otra y una bajo la otra, las palabras y las frases, lo que cada palabra va suscitando en "el alma" cuando aparece después de la anterior, y un algo como "aura" en las frases y las palabras que las anima, y en todo eso el rumor o sonido que los "oídos del alma" perciben, como una música modesta e íntima, inagotable.
La más breve y la que más "me toca" de las nueve partes (o los nueve poemas) del poema o monólogo dramático por el cual Alejandro Crotto hace hablar a San Francisco de Asís en "Francisco", un libro que permite advertir qué potencia vitalizante y despejante puede tener la religiosidad cuando es en serio una entrega a "lo otro" o liberación de las mezquindades del "yo".

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