Paul Celan
Habla también tú
sé el último en hablar,
di tu decir.
Habla-
Pero no separes el No del Sí.
Y da a tu decir sentido:
dale sombra.
Dale sombra bastante,
dale tanta
cuanta en torno de ti tú sabes extendida entre
medianoche y mediodía y medianoche.
Mira en torno:
ve cómo alrededor todo se hace viviente
¡En la muerte! ¡Viviente!
Dice la verdad quien dice sombra.
Pero se estrecha ahora el lugar donde estás:
¿Adónde ahora, despojado de sombra, adónde?
Asciende. Tanteante, asciende.
Te haces más sutil, más irreconocible, más fino.
Más fino: un hilo
por el que quiere descender la estrella
para abajo nadar, al fondo,
donde se ve brillar: sobre móviles dunas
de palabras errantes.
​
Una verdad potente, interminable, ineludible. No sé qué verdad, no puedo ni creo que haga falta dar cuenta de cuál es. Sí que se me hace evidente una verdad al leer "da a tu decir sentido: dale sombra". Ya antes me había "sacado de mí" el poema con "no separes el No del Sí", con todo lo que eso implica, también inagotable, y después lo que viene, llevándolo a uno a abismarse a cada paso, a poner en juego sus más altas capacidades para hacerse cargo: "Dale sombra bastante,/ dale tanta/ cuanta en torno de ti tú sabes extendida entre/ medianoche y mediodía y medianoche.// Mira en torno:/ ve cómo alrededor todo se hace viviente/ ¡En la muerte! ¡Viviente!/ Dice la verdad quien dice sombra." En lo contradictorio, en lo que es lo contrario de lo que es, late lo cierto, lo vivo e irreductible. Entrar a eso, vivirlo, como quien pone en riesgo unas cuantas seguridades subjetivas para en algún punto refundarse. Y volver una y otra vez al poema, siempre recomenzando, abriendo y dejando ahí, abierto y latente, lo que se destrabó. Paul Celan traducido por José Angel Valente.